Estudiantes de sexto año del colegio Las Colinas obtuvieron el segundo lugar en la novena muestra de microemprendimientos de la Universidad Nacional de Tucumán (UNT), entre más de cien instituciones participantes gracias a Dida Kids, un proyecto que combina el cuidado del ambiente con la educación y la economía.

“Dida Kids es el nombre que elegimos para nuestro emprendimiento. Todo comenzó desde una idea empática, desde el querer ayudar, de ponernos en el lugar de otras personas y tener una mirada más solidaria. Hablamos con psicopedagogos y recibimos ayuda desde Buenos Aires, gracias a Junior Achievement, que nos acompañó muchísimo para poder llevarlo a cabo”, explicó Justina Daniele, una de las alumnas responsables de la iniciativa.

El producto que desarrollaron es un cubo didáctico de triple impacto: social, ambiental y económico.

“Es un cubo confeccionado con materiales reciclables -pañolén, cierres y distintos tipos de telas-. Tiene caras textiles con diferentes actividades, como un zapato para que los chicos aprendan a atarse los cordones o figuras para estimular la motricidad. Es fácil de lavar y transportar”, detalló Justina.

Inspirar

Además de promover la empatía y la inclusión, el grupo se propuso inspirar a otros jóvenes a emprender con propósito.

Bianca Burni, otra integrante del equipo, recordó cómo empezó todo. “Lo hicimos a comienzos de año, desde la idea inicial de qué íbamos a hacer. Pasamos por muchas etapas pero después decidimos hacer algo que no sólo nos beneficie económicamente, sino que también ayude a otros. Este juguete no es sólo para entretener, también enseña y desarrolla habilidades motrices y sensoriales”, dijo. 

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Lorena Aráoz, profesora de las materias Proyecto y Gestión y Economía, acompañó al grupo desde el inicio. “Como la industria textil es una de las más contaminantes, era importante cumplir con los criterios de preservación del medio ambiente que pedía la UNT. Además, los chicos visitaron una escuela de oficios en el barrio 11 de Marzo, donde aprendieron costura, y trabajaron con alumnas de diseño textil de la Universidad San Pablo-T. Aprendieron a hacer bocetos, tableros y prototipos, y se organizaron como una verdadera empresa”, explicó

En cuanto al financiamiento, el encargado fue José Luis Ross, quien asumió el rol de economía del grupo. “Realizamos una ronda de capitalización en la que vendimos acciones de nuestra empresa, el 49%, para reunir el dinero necesario y comprar la materia prima. Todo lo aprendimos en clase. Al final del proyecto, devolvimos las acciones a cada inversor con una ganancia”, contó. “Fue una experiencia maravillosa -cerró la docente-. Al principio no imaginábamos hasta dónde podía llegar este proyecto, y hoy vemos que puede seguir creciendo”.